Cordiales salutaciones
a las colegas europeas.
Desde 1989 vivo una jubilación bastante "activa". Continuo recibiendo
preguntas interesantes de las enfermeras y los enfermeros canadienses.
Es un placer recibir estas preguntas, ya que me obligan a reflexionar
sobre mi carrera de enfermera y profesora.
Respondiendo a la invitación de reflexionar con vosotros por escrito,
es un placer compartir algunos de los diferentes temas que me proponéis.
Espero que os sean útiles en los debates. Me preguntan con frecuencia
si he cambiado, después de jubilarme, respecto a creer en la importancia
de tener un marco de referencia explícito para nuestra profesión. No.
Mantengo la idea que nuestra misión social ha de ser clara. Os haré
algunas observaciones que me incitan a mantener esta posición. Voy a
menudo a hospitales y centros socio-sanitarios para visitar amigos o
parientes suyos. En los dos tipos de centros de salud, escucho: " No
veo a ninguna enfermera"; "No sé quién es mi enfermera, nadie me ayuda
a..."; "Todo el mundo está ocupado para atenderme" ; " Si sólo pudiera
lavarme los dientes"; " ¿Quién me puede explicar qué me pasa?"; "Es
inútil llamar al timbre, no viene nadie".
En cambio, las personas que han tenido otra experiencia son las primeras
a reconocer la competencia y la solicitud de las enfermeras.
Observo también los temas que aparecen en las publicaciones recientes
de enfermería y leo: "La insuficiencia cardiaca", "La enfermedad de
Parkinson", "Las neumonías", etc. Sé que nuestros pacientes sufren con
frecuencia estas enfermedades, pero desde hace mucho tiempo persistimos
en decir que nosotros no nos dirigimos a la enfermedad, sino a la persona.
Los temas publicados deberían reflejar a "la persona" tal como la autora
la conceptualiza.
Además, el gran público parece tener la impresión que las atenciones
enfermeras son sinónimo de curaciones médicas y que la profesión de
enfermería es un soporte para la profesión médica. Una revista canadiense
acaba de publicar una investigación médica realizada por un médico de
un cierto prestigio; el texto remarca el testimonio de "su enfermera
de investigación".
Estos pocos ejemplos sirven para alimentar mi convicción que nuestra
misión social no es clara, ni para los miembros de nuestra profesión
ni para nadie de otra.
La profesión de médico tiene una gran importancia; su contribución a
la salud es enorme. Eso no impide que las enfermeras insistan, desde
hace mucho tiempo, en el hecho que su disciplina también contribuye
de manera importante a la salud. És una aportación diferente, pero,
de la disciplina médica. Si de hecho, las atenciones enfermeras son
diferentes a las médicas, hay razones para precisar en qué consisten
las curaciones enfermeras. Si, al contrario, las dos apuntan hacia el
mismo objetivo y tienen la misma concepción de la persona, sería más
lógico y más honesto dejar de hablar de enfermeras. Entonces hablaríamos
más bien de asistentes o de ayudantes médicos, de escuelas de formación
para ayudantes a médicos, y de búsqueda para hacer avanzar la asistencia
médica.
Actualmente me animan las mujeres y los hombres jóvenes, inteligentes
y comprometidos que continúan eligiendo la profesión de enfermería.
Tengo la esperanza que algún día alguien consiga convencer a las enfermeras
que su contribución específica a la salud puede y tiene que ser explícita
para mejorar su servicio a la sociedad y que en la práctica, la formación
y la investigación enfermeras reflejarán una concepción precisa.
Por otra parte, escucho a menudo la opinión que ya no existen las atenciones
enfermeras - que no hay nadie competente disponible para ayudar a las
personas, tanto en instituciones de salud como en la comunidad, en cuanto
a las actividades cotidianas vinculadas a la salud. Se constata que
el personal llamado "cuidador" está demasiado ocupado en seguir la tecnología,
ocuparse de las máquinas y correr para dar respuesta a las nuevas exigencias.
Si esta situación continua agravándose se podría pensar que nuestra
profesión puede desaparecer completamente.
En este sentido soy de naturaleza optimista. Estoy de acuerdo con el
hecho que la situación parece grave y que la profesión, tal y como la
conocemos corre el riesgo de eclipsarse más en esta sociedad cambiante.
Mi visión optimista, pero, me lleva a preguntarme: ¿Es posible que un
día podamos ver emerger, un poco como el fénix de la fábula, una profesión
nueva a partir de las cenizas de las atenciones enfermeras actuales?
(acordaros que aquel bello pájaro era la herramienta principal de la
propia destrucción). A raíz de esta pregunta, no me resisto a la tentación
de compartir con vosotros una pequeña fantasía optimista:
Llegará un día en que alguien inventará una profesión nueva de servicio para dar respuesta a una necesidad reclamada por la sociedad. (Como sabéis, un servicio nace como respuesta a una necesidad real de la sociedad). Los miembros de esta nueva disciplina de la salud serán competentes no sólo para ayudar a la gente que no pueda, no sepa o no quiera tener cuidado de si mismo ante un problema de salud, sino que también lo serán para prevenir un determinado problema. A diferencia de otras profesiones de ayuda, el nuevo grupo proporcionará un servicio que ningún otro no facilite y colaborará con los otros profesionales aceptando un cierto solapamiento de funciones. Al igual que los otros, los nuevos profesionales proporcionarán un servicio de persona a persona y demostrarán que las calidades interiores son importantes para toda relación: respeto, empatía, comprensión, escucha activa, actitud cálida. Además, tendrán una formación científica comparable a la de los colegas. Convencidos de la importancia del servicio, los nuevos profesionales confiarán su lugar dentro del equipo interdisciplinar de salud y realizarán la búsqueda científica necesaria para mejorar su servicio, formar un número suficiente de miembros y contribuir a los conocimientos en el dominio de la salud.
Esta nueva disciplina profesional se llamará xxx. Detalle interesante:
las personas mayores de esta época, una vez estarán al corriente de
la novedad, vivirán momentos de nostalgia. Reconocerán las similitudes
entre la profesión xxx y aquella que había existido en su juventud.
Esta última, había desaparecido por razones que nadie no parecía reconocer
en el tiempo. Las personas mayores recordarán aquella profesión de antaño,
donde los miembros se llamaban enfermeras o cuidadoras y se escandalizarán
por cuya desaparición ya que, según éstas, la necesidad de la sociedad
no habría dejado de existir nunca. Al contrario. Será como si las enfermeras
de la época, al no haber tenido suficiente confianza en su misión social
y no haber estado demasiado convencidas de su razón de ser, no hubieran
resistido la tentación de valorarse y acabar imitando a otras profesionales
de la salud.
(Los otros servicios parecían, se ha de reconocer, más espectaculares
y prestigiosos que el suyo).
Las enfermeras de la época, habrían dejado gradualmente de reconocer
la importancia de su trabajo con los clientes - también llamados pacientes
o usuarios de los servicios de salud-. Efectivamente las personas mayores
recordarán que la triste desaparición de las enfermeras había estado
precedida de repetidas peleas por las palabras y de una sostenida resistencia
a "una concepción clara y explícita de nuestro servicio social". Ellas
recordarán también las advertencias de la época: lo que no se basa en
convicciones específicas, corre el riesgo de basarse sobre no importa
qué.
Final de mi fantasía.
Alguien me ha pedido, alguna vez, si mi insistencia en promover una
concepción explícita de la disciplina se fundamenta en la posibilidad
de querer ganar la guerra interdisciplinar.
La pregunta es ciertamente legítima; las rivalidades forman parte del
mundo competitivo en que vivimos. Asimismo, me siento muy serena en
relación a mi motivación. De manera subyacente a mi "obsesión" (es así
como algunos califican mi persistente interés), en primer lugar y antes
de todo hay el deseo de unos cuidados enfermeros de excelente calidad.
Son numerosas las personas que comparten este deseo: enfermeras, otros
profesionales de la salud, usuarios y sus familias. No podemos discutir
sobre la calidad de tener cuidados sin tener una concepción precisa
de qué quieren decir unas buenas atenciones enfermeras. Cómo formar
nuevos miembros en nuestra profesión sin tener una concepción clara
de qué significa ser una enfermera competente, es decir, una persona
con confianza con su identidad profesional y capaz de utilizar los conocimientos
científicos para conseguir su objetivo particular. ¿Cómo hacer una búsqueda
para mejorar los cuidados de las personas sin explicitar nuestro centro
de interés científico, sin saber qué es lo que hace que la búsqueda
sea reconocida en el mundo científico como búsqueda enfermera? ¿Cómo
colaborar con los otros profesionales de la salud sin reconocer los
límites del servicio? ¿Cómo estimar el trabajo y disfrutar de tener
cuidado de los otros sin un mínimo de confianza en la razón de ser?
En mi opinión, si en primer lugar insistimos en la excelencia de nuestros
cuidados, tendremos el reconocimiento que tanto deseamos desde siempre.
Las enfermeras expertas me encuentran difícil ya que interpretan mis
palabras como una desvalorización de todo aquello que ellas hacen desde
hace tiempo. Que estén tranquilas. Yo diría, más bien que las atenciones
que se han hecho y las que son "buenas" podrían ser todavía mejor si
nuestro objetivo social fuera más explícito. El mundo cambia, pero la
sociedad reclama siempre las atenciones enfermeras. La explosión de
conocimientos científicos en todos los campos ha sido de una multiplicación
de disciplinas de la salud. Cada una emerge en respuesta a una necesidad
precisa. Además los progresos tecnológicos en el dominio de la salud
contribuyen a hacer aún más compleja cada situación. La enfermera ha
visto algunas de sus intervenciones tradicionales pasar a una o a otra
de estas disciplinas. Si la disciplina enfermera hubiera sido desde
hace muchos años configurada según un esquema de referencia conceptual
preciso a lo mejor se habrían conservado algunas intervenciones más
de las conocidas con el nombre de "tradicionales", impidiendo la delegación
de tareas no adecuadas al objetivo particular y resistiéndose a la tentación
de dejarse deslumbrar por la posibilidad de paliar la escasez de miembros
de otra profesión (3).
Es inútil llorar por las ocasiones perdidas. No es demasiado tarde,
pero, para dar un giro hacia la excelencia de nuestras atenciones. Todavía
falta precisar en qué consiste esta excelencia.
¿Por dónde se debería empezar? Pienso que por los programas formativos.
Eso supone un programa en dónde todos los profesores se concentren alrededor
de un marco de referencia explícito. Si el marco de referencia no es
el mismo para todas las escuelas, muy bien. Lo esencial es adoptar una
concepción de la disciplina que proporcione unas directrices claras
para los tres ámbitos de actuación de toda disciplina profesional: la
práctica, la formación y la investigación. A medida que nuevos diplomados
estén convencidos de su contribución específica a la salud, más serán
los que proporcionarán excelentes atenciones enfermeras y más los requerimientos
en los equipos interdisciplinares. También se puede activar el movimiento,
con más precisión, desde las mejores instituciones y desde la investigación.
Como profesora, no he dejado de intentar convencer a enfermeras de la
importancia de tener una perspectiva específicamente "enfermera". He
fracasado en mis esfuerzos de convencer mucha gente de la situación
penosa que existe, al menos en muchos lugares en dónde trabajan las
enfermeras: el marco de referencia, a pesar de no reconocerlo, es un
marco tomado de otra disciplina. Negar esta realidad y rechazar reemplazarla
por una perspectiva explícita que nos es propia, es alimentar otra concepción
de nuestro servicio que es muy molesta y que no nos deja avanzar: "un
poco de todo, nada de especial y no importa qué"(4).
Asimismo, me obstino en tener la esperanza que otras enfermeras del
ámbito clínico, de la formación o de la investigación, intentarán convencer,
no solamente a sus colegas, sino que también a los políticos, legisladores,
administradores y diferentes organismos de la importancia para la salud
de las atenciones enfermeras. Para hacer esto, deberán de partir de
un marco de referencia conceptual muy completo para satisfacer eventualmente
los criterios de evaluación para una disciplina profesional.